La disociación
Publicado el 18 marzo 2025 - Sin categoría

El término disociación ha cogido mucha popularidad en los últimos tiempos. Sin embargo, muchas veces se confunde su significado real y termina utilizándose de manera errónea. En el post de hoy te explicamos qué es la disociación, por qué aparece y cuál es la problemática que presenta.
¿Qué es la disociación y cómo nos afecta?
Para empezar, la disociación es un mecanismo del cerebro que provoca la desconexión de la mente de una persona con su propia realidad interna (él mismo) y/o externa (el entorno). Se da una interrupción en la forma en la que el cerebro procesa de manera corriente las emociones, los pensamientos, la memoria, o la percepción. Se caracteriza principalmente por una alteración de la conciencia que impide experimentar la realidad de manera correcta y habitual.
Aparece con el propósito de evitar que experimentemos el momento presente de manera consciente o que no recordemos ciertos eventos del pasado. Es un mecanismo de defensa que trata de reducir el impacto emocional que conlleva un suceso que está pasando o ha pasado tiempo atrás. En otras palabras, nuestro cerebro trata de protegernos de sentir el dolor, la tensión o el miedo que acompañan a una situación estresante mediante la evasión de la realidad.
Algunos aspectos que caracterizan a la disociación son los siguientes:
- Suele ser involuntario. Es un proceso que se activa de manera automática en nuestro cerebro. Sin embargo, algunas personas pueden aprender a disociarse de manera voluntaria como estrategia de evitación ante una situación.
- Supone la alteración de varios procesos mentales: la conciencia, la memoria, la percepción del entorno y en ocasiones también de la propia identidad.
- Suele estar vinculada a una experiencia traumática, y la persona puede disociarse durante o después de esta.
- La sensación más común es que la persona disociada vive la sensación de estar fuera de sí misma, como si fuese un espectador externo de su propia vida y estuviese viendo una película. Más adelante profundizaremos en los síntomas de la disociación.
- Puede tener una función adaptativa. La disociación nos permite sobrevivir a experiencias traumáticas que no sabemos afrontar y hubiesen supuesto un costo emocional demasiado alto. En cambio, cuando deja de ser un mecanismo temporal y se vuelve constante, puede desarrollarse un trastorno psicológico.
Ejemplos de disociación
Se pueden dar distintas manifestaciones de disociación, como pueden ser las siguientes:
- Una persona que ha sufrido un accidente de tráfico relata la experiencia como si la hubiese observado desde fuera, en tercera persona.
- Una persona no recuerda una experiencia de abuso sexual en su infancia.
- Una persona aparece en un lugar sin recordar cómo ha llegado hasta ahí.
- Una persona se siente fuera de su cuerpo durante una relación sexual
- Una persona que ha sufrido abuso sexual no experimenta ninguna emoción cuando piensa en el suceso.
En cambio, también hay situaciones que no se consideran disociación y causan confusión para mucha gente. Te dejamos a continuación algunos ejemplos de lo que NO es disociación:
- Cuando te distraes haciendo una tarea y comienzas a pensar en otra cosa
- Cuando te pierdes en un libro o una película
- Cuando dejas de escuchar a una persona que te está hablando y te pierdes en tus pensamientos
- Cuando sueñas despierto
- Cuando te sientes algo desorientado a causa del cansancio

¿Cuáles son los síntomas de la disociación?
La sintomatología puede variar en función del tipo de disociación, pero los síntomas más comunes son los siguientes:
- Desrealización. Se experimenta una sensación de irrealidad con el entorno. Todo parece una película de la cual somos meros espectadores. También se da una alteración en la percepción del tiempo, y parece que la vida transcurre de manera ralentizada o acelerada.
- Despersonalización. En este caso, la sensación de irrealidad es con respecto a uno mismo. Se siente como si uno estuviese separado de sí mismo y pudiese observarse desde fuera de su cuerpo. Es la experiencia de sentirse “pasajero” en el cuerpo de uno mismo en vez de “conductor”. Por ejemplo, muchas víctimas de abuso sexual pueden sentir experiencias extracorpóreas en las que sienten que salen de su cuerpo y observasen el evento desde la perspectiva de un observador.
- Embotamiento emocional. Hace referencia a la desconexión con las propias emociones y la incapacidad para experimentarlas y reconocerlas. Es un mecanismo de defensa que implica la disociación dirigido a protegernos del dolor emocional.
- Amnesia disociativa. Es la pérdida de memoria ante un acontecimiento traumático o estresante, que produce la incapacidad para recordar ciertas vivencias o incluso información básica sobre la vida de uno mismo. Puede durar desde minutos u horas, hasta meses o años.
- Fuga disociativa. Es un tipo de amnesia disociativa que puede darse en algunos casos. Sucede cuando la persona se encuentra de repente en un lugar nuevo y olvida cómo ha llegado hasta ahí o qué ha estado haciendo. La fuga puede ser breve (p.ej. una ausencia laboral) o durar más de varios días, llegando la persona a desplazarse muy lejos de su hogar, crear una nueva identidad e incluso empezar otro trabajo sin ser realmente consciente de todos estos cambios. Se cree que estas fugas podrían manifestar un deseo encubierto o la huida de una grave angustia o vergüenza.
- Confusión o alteración de la identidad. En algunos casos, la disociación también puede generar que una persona entre en conflicto con su propia identidad, teniendo dificultades para reconocer cómo es, qué quiere o qué decisiones tomar. Este conflicto puede derivar en una alteración grave de la identidad, llegando a considerar que la persona posee varias identidades dentro de sí misma, como se da en el trastorno de identidad disociativo o personalidad múltiple.
- Pesadillas. Como hemos visto, la disociación aleja las experiencias o recuerdos traumáticos de nuestro cerebro consciente. Sin embargo, toda la información se mantiene almacenada en nuestro inconsciente, y dicha información puede manifestarse en forma de pesadillas o representaciones ficticias que aluden al trauma.
- Síntomas psicosomáticos. La represión emocional que implica la disociación puede acabar manifestando dichas emociones mediante síntomas fisiológicos o sensaciones corporales como dolores musculares, mareos, alteraciones metabólicas, trastornos dermatológicos, etc.
¿Cuál es la causa de la disociación?
La disociación puede producirse debido a varias causas. Por lo general, suele manifestarse como respuesta a una experiencia traumática: agresiones sexuales o físicas, abuso infantil, accidentes de tráfico, desastres naturales, etc. Como ya hemos explicado anteriormente, el cerebro se desconecta del momento presente para protegernos del impacto total de la experiencia perturbadora. También, puede hacer que olvidemos experiencias traumáticas del pasado para evitar el dolor que pueden producir los recuerdos. Es por ello que, por ejemplo, ante un episodio de violación o abuso, la víctima no recuerde claramente de primeras lo que ha sucedido o no aparezca ninguna respuesta emocional ante el evento.
Asimismo, estar expuesto a un estrés constante puede provocar síntomas disociativos. Vivir en un entorno altamente estresante o peligroso, por ejemplo en relaciones abusivas o situaciones de guerra, pueden provocar la desconexión con la realidad.
Por otro lado, el consumo de drogas puede ser otro causante de este fenómeno. Tanto por el consumo habitual de drogas más comunes como el alcohol o la marihuana, o por el uso específico de ciertas drogas como los psicodélicos, puede darse una pérdida del sentido de la realidad o de la identidad de la persona.
Por último, ciertas prácticas como la meditación o la hipnosis pueden generar una pérdida de conciencia del aquí y ahora, acompañada de síntomas como el embotamiento emocional. Esto suele pasar cuando se abusa de este tipo de prácticas, por lo que, como todo, es importante mantener un equilibrio y no excedernos.
¿Cuál es el problema de la disociación?
Como hemos mencionado al principio del post, la disociación puede ser un mecanismo adaptativo que nos ayuda a lidiar con situaciones que nos superan y que no estamos preparados en ese momento para sobrellevar. Por ejemplo, ante un abuso sexual infantil, con pocas o ninguna opción de afrontar la situación, el cerebro del niño recurre a la disociación como estrategia natural y necesaria.
Sin embargo, para que la disociación sea adaptativa debe suponer una puntualidad y mantener una duración determinada. Cuando se vuelve un mecanismo de afrontamiento habitual, puede derivar en problemáticas mayores. La disociación posee el riesgo de mantenerse activa de forma prolongada. Esto provocaría que una persona abandone su conciencia normal y no posea la capacidad esencial de experimentar el ahora. Asimismo, puede llegar a olvidar información básica e importante de su vida, alterando su funcionamiento para la vida diaria. Hasta hemos visto que puede desarrollar un problema de personalidad en el cual la persona experimenta su propia identidad de manera fragmentada.
Ante esto, se pueden desencadenar graves problemáticas como la drogadicción o el alcoholismo, problemas sexuales, insomnio y sonambulismo, conductas autolesivas o la aparición de varios trastornos, como los episodios amnésicos disociativos, la identidad disociativa o el trastorno de despersonalización-desrealización. Además, la disociación puede acompañar a casi todos los trastornos psicológicos, desde el trastorno de estrés postraumático o el trastorno de pánico hasta la depresión o la esquizofrenia.
¿Cómo reconocer si estamos disociando?
Reconocer si estás disociando puede ser un proceso complicado, pero hay algunas señales que podrías tener en cuenta. Sin embargo, aunque reconozcas estas señales, ten en cuenta que no debes autodiagnosticarte.
- Sensación de desconexión. Sentir la sensación de no estar presente en el momento, como si estuvieras fuera de tu cuerpo y te pudieses ver desde una perspectiva externa.
- Alteración de la percepción. Puede que experimentes cambios en cómo percibes el tiempo, los sonidos o las imágenes. A veces, las cosas pueden parecer borrosas o distantes. Incluso tener la sensación de estar viendo una película.
- Dificultad para recordar. Si te das cuenta de que no puedes recordar lo que sucedió en un período de tiempo específico, puede ser una señal de disociación.
- Emociones apagadas. Puede que sientas que tus emociones están atenuadas o que no puedes conectar con lo que sientes en ese momento.
- Rigidez del cuerpo. Es un síntoma físico de la disociación. La rigidez y la tensión muscular son una respuesta del cuerpo al intentar protegerse ante una percepción de amenaza, o a raíz del embotamiento emocional en el que se bloquean las emociones.
- Reacciones físicas. Algunas personas experimentan otros síntomas físicos, como mareos, palpitaciones o una sensación de irrealidad.
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