Blog

Confinados

Publicado el 8 mayo 2020 - Esfuerzos

IMG 20200505 WA0032

En el momento de escribir esto son tiempos de aislamiento, de confinamiento, de estar confinados. Son tiempos de quedarse en casa, de protegerse. Son momentos de soledad forzada, de compañías obligadas, de relaciones a distancia, de contactos virtuales.
Si estás leyendo esto ahora, que todavía estamos en proceso de volver a salir a la calle, en proceso de recuperación, de reencuentro, de reconexión, no pares de leer.

Si estás leyendo esto tiempo después de que la pandemia por COVID-19 haya pasado, sigue leyendo, te va a interesar igualmente. 

Nos hemos esforzado mucho durante los últimos meses por mantenernos aislados y frenar la curva de contagios. Hemos hecho sacrificios pequeños, medianos y grandes para reducir el número de fallecidos. Nos hemos aislado forzosa e intencionadamente para ayudar, proteger y asegurar el futuro.

Nos hemos vuelto herméticos, con medidas de higiene para proteger a la gente más cercana, con protocolos de seguridad y medidas nacionales e internacionales para mantenernos a salvo.

Nos han pedido que hagamos una serie de cambios ahora para que, cuando volvamos, las cosas hayan cambiado lo mínimo posible. 

Puede que se haya creado la ilusión de que, encerrados, confinados, nos hemos preservado, nos hemos conservado, que no hemos cambiado, que seguimos siendo las mismas personas que eramos antes de que toda esta situación (esta realidad que ahora es tan real) se impusiera.

Sin embargo, a muchas personas la vida les acaba de cambiar drásticamente y el futuro es otro. Las consecuencias psicológicas del duro golpe que es enfrentarse de nuevo a una realidad que parecía ajena o estanca son múltiples e inesperadas.

El fin del confinamiento nos enfrenta a una realidad que, normalmente, no tenemos que asumir: las cosas están siempre cambiando, las personas están en constante cambio y los cambios suceden siempre queramos o no, nos demos cuenta o no.

Estar confinados puede producir la sensación de que nada cambia, de que el tiempo se ha parado y nosotros con él. Y, si el tiempo se para, no hay cambios.

Los cambios más profundos e importantes muchas veces son aquellos que pasan cuando parece que no ha pasado nada, cuando el tiempo se ha detenido y no parece que vaya a suceder nada.

Emociones como la tristeza, la pérdida o el dolor tienen como objetivo precisamente eso: detenernos el tiempo, hacernos parar para sentir el momento, para hacer acopio de todas nuestras experiencias, para ser conscientes de nuestro contexto y poder, así, cambiar.

  • Salir en los próximos días a la calle como si no hubiese ocurrido nada niega, de golpe, todas las emociones, cambios, experiencias, pensamientos y actos que hemos tenido durante el confinamiento.
  • Salir mañana a la calle, con todo eso, con la consciencia de los esfuerzos realizados, con el bagaje de las emociones que hemos experimentado nos permitirá usarlas para seguir creciendo en la nueva realidad a la que vamos a enfrentarnos.
  • Salir a la calle como si nos hubiésemos metido en una bolsa al vacío, como si no hubiese cambiado nada para nosotros, nos impedirá conectar con todo lo que podemos experimentar.

Que no nos podamos tocar, que tengamos que mantener una distancia de seguridad o que debamos usar mascarilla y no podamos vernos la cara, significa que hemos hecho esfuerzos, que hemos hecho cambios, que estamos aprendiendo.

Que nos separen dos metros sólo significa que tenemos que hacer un poco más de esfuerzo para hacer que nuestras emociones, nuestro cariño, nuestro amor, nuestra ira, nuestro miedo, nuestro dolor, nuestra tristeza, nuestra alegría y, en definitiva, todos los esfuerzos que hacemos, lleguen a la persona que tenemos enfrente.