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La ansiedad que sentimos cuando sentimos ansiedad

Publicado el 9 septiembre 2020 - Esfuerzos

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TODOS ESOS ESFUERZOS QUE HACEMOS PARA QUITARNOS LA ANSIEDAD QUE SENTIMOS CUANDO SENTIMOS ANSIEDAD

La frase anterior puede parecer un acertijo o un trabalenguas y, cuanto más la leas, puede parecer que va perdiendo cada vez más sentido.

La ansiedad es una de las emociones más estudiadas en Psicología y, según la OMS, los síntomas relacionados con sentir ansiedad son cada vez más frecuentes e intensos y se prevé que en los próximos años sea un problema cada vez mayor desde el punto de vista de la salud mental.

Pero, ¿está mal sentir ansiedad? ¿Es peligrosa?

Uno de los principios básicos de la psicología de las emociones y de la regulación emocional es que no existen emociones buenas o malas. En otros post ya hemos comentado que las emociones son procesos evolutivos del organismo que nos proporcionan información valiosa sobre el mundo y sobre nosotros mismos. Ya sean agradables o desagradables.

Aún así, es muy habitual hacer intentos y esfuerzos por deshacernos o por no sentir emociones que generan estados desagradables o indeseados.

La ansiedad es un claro ejemplo de esto. Es muy común pensar que mientras se tiene ansiedad uno está menos preparado para hacer cosas. En algún momento nos hemos podido decir a nosotros mismos mejor voy a calmarme que con estos nervios voy a ser incapaz de hacer nada.

Puede que hayamos sentido ansiedad tantas veces

Que estemos hartos de sentirla.

Que busquemos mil y una estrategias y mil y un trucos para evitar sentirla.

Que lo hayamos pasado muy mal durante el tiempo que la hemos sentido.

Que nos preocupe o nos aterre volver a sentirla.

Y, tal vez, hemos acabado por considerar que la ansiedad es un estado completamente indeseado que debemos evitar a toda costa.

A lo mejor, sin darnos cuenta, hemos convertido una emoción natural y necesaria en nuestro peor enemigo.

Así, cada vez que podemos prever que vamos a sentir ansiedad o cada vez que la empezamos a sentir, sentimos aún más ansiedad. Porque la ansiedad tiene una misión: avisarnos de que algo de nuestro entorno puede ser una amenaza.

Pero, ¿qué pasa cuando creemos que la amenaza es la propia mensajera, que es la propia emoción la que es peligrosa?

Que cuanta más ansiedad podamos sentir, más ansiedad sentiremos.

La ansiedad que sentimos cuando sentimos ansiedad es mucho más desagradable y difícil de gestionar porque es un bucle.

Y todos los esfuerzos que hacemos por intentar quitárnosla o no sentirla sólo sirven para corroborar una cosa: que efectivamente es muy peligrosa. Y así se cierra el círculo y seguimos en el mismo bucle.

La mayoría de las emociones se resuelven cuando nos permitimos sentirlas. Y la mayoría de las veces que sentimos emociones desagradables hacemos todo lo posible por distraernos, por no sentirlas. Sobre todo cuando son muy intensas o desagradables. Sobre todo cuando parece que todo lo que nos rodea podría ser peligroso.

Uno mismo se convierte en la mayor amenaza, las cosas que puedes sentir o pensar se vuelven peligros potenciales y la alerta aumenta.

Estamos alerta todo el tiempo, y eso es tremendamente agotador. La maraña que se nos agarra al pecho es tan enrevesada que se enrolla con fuerza y nos quita el aire, nos aplasta y nos hace un nudo en la garganta.

Y cuanto más hacemos por intentar deshacer el enredo, más se enmaraña y se enreda.

La ansiedad es un hilo paradójico. Cuanto más nos esforzamos por desenrrollarla, más se enrolla en nuestros pensamientos, en nuestro pecho y en nuestros pulmones. Y cuando la soltamos y la dejamos fluir, el hilo se desmadeja, comienza a deslizarse y el enredo se deshace. El nudo afloja y podemos ver cómo, tirando de un extremo con suavidad, podemos dejar que se desarrolle, se desenrrolle y se vaya.

Sabemos que no es fácil y que esta explicación no basta. Cada maraña es distinta, ha generado sus propios nudos y puede que uno ya no vea solución o salida.

En terapia ayudamos entender la maraña, a encontrar los nudos, a dejar que se desenvuelva y a permitirnos sentir cómo evoluciona, se desmadeja y desaparece.

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La ilustración que acompaña a este blog corre a cargo, como siempre, de la ilustradora y artista Laura Calvo.