¿Quién dijo que los celos son malos?

A día de hoy, los celos en las relaciones sexoafectivas siguen generando en la sociedad reacciones adversas y extremistas: los celos vistos como muestra de amor, o los celos vistos como negativos y consecuentemente, a la persona que los siente como posesiva o histérica.

Sin apoyar ninguna de las anteriores visiones, partimos de los celos como emoción y, por tanto, como algo incontrolable y que todo el mundo puede experimentar en algún momento de su vida.

Como toda emoción, los celos cumplen con una función: nos alertan de la posible amenaza bajo la que se encuentra o percibimos que se encuentra un vínculo importante para nosotros.

Sea con la connotación que sea, son señalados socialmente y por ello, muchas veces los vivimos como algo negativo, absurdo o incluso nos sentimos mal por sentirlos (recordad, ¡no podemos controlar algo incontrolable como son las emociones!).

Así pues, sentir celos no es el problema, el conflicto recae en cómo actuamos frente a ellos.

Los celos patológicos

Los celos patológicos (y sí problemáticos), se diferencian de los celos como emoción por su intensidad y por su repercusión en la vida cotidiana de quien los sufre. La persona que siente celos patológicos experimenta niveles extremos de ansiedad por la pérdida o infidelidad de su pareja a pesar de que no haya evidencia de ello. Tiene pensamientos obsesivos al respecto y vive en la constante desconfianza. Además, realiza conductas de control (revisar llamadas, redes sociales, intentar aislar a la pareja de aquellas personas vistas como amenazas…).

¿Qué podemos hacer al sentir celos?

Por tanto, sin existir unas claves universales y funcionales para cualquier persona, ¿qué podemos hacer al sentir celos?

1. En primer lugar, es necesario aceptar que son una emoción como cualquier otra y que sentirla es inevitable.
2. Cuando ésta llegue, es recomendable intentar racionalizar y averiguar si se trata de una percepción subjetiva o inseguridad propia, o está fundamentada.
3. Existan más o menos motivos que la sustenten, es importante no actuar impulsivamente, e intentar hablar de manera abierta con nuestra pareja acerca de lo que sentimos y el por qué lo sentimos. Poner sobre la mesa las perspectivas de uno y otro de los miembros puede ayudar a comparar y compartir vivencias, así como encontrar soluciones con sentido para ambos.
4. Con o sin celos de por medio, establecer unos límites saludables claros y de mutuo acuerdo es imprescindible para el desarrollo correcto de cualquier relación.

Qué no hacer cuando sentimos celos

Aunque pueda resultar prioritario conocer cómo actuar cuando los celos nos invaden, también es importante ser conscientes de aquello que no es aconsejable llevar a cabo ya que podría resultar contraproducente.

1. No debemos interpretar el contenido de nuestros pensamientos como verídico de manera automática. Es esencial saber cuestionarnos a nosotros mismos. Debemos averiguar hasta qué punto esa idea se acerca a la realidad o es fruto de nuestro imaginario.
2. En primera instancia, pueden ir asociados a un sentimiento de ira. La ira puede conllevar una falta de control o facilitar comportamientos impulsivos. Es importante no señalar y acusar a la pareja sin reflexión previa. Tómate tu tiempo para indagar en el origen y el porqué de esa emoción, y compártelo con la otra persona posteriormente y sin adoptar una posición de reproche.
3. Los celos suelen esconder inseguridades propias y, con el objetivo de “solventar” esas inseguridades, intentamos asegurarnos de que esa persona no va a abandonarnos. Para ello, pretendemos controlar aquellos factores que nos preocupan (comprobación de redes sociales, revisar mensajes, personas con las que creemos que la pareja puede mantener algún tipo de relación especial…), llegando incluso a prohibir ciertos aspectos que percibimos como amenazantes. Es primordial no prohibir ni controlar a la otra persona puesto que estaríamos realizando conductas poco saludables e irrespetuosas hacia la intimidad del otro que deteriorarían la relación.

En conclusión,como cualquier otra emoción, son inevitables y cumplen con una función. Sentir celos o no sentirlos no define quienes somos o dejamos de ser. Cómo actuemos frente a ellos será el elemento clave para discernir entre el desarrollo de un problema o no.

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