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El peligro del autodiagnóstico en redes sociales

Publicado el 18 marzo 2025 - Sin categoría

autodiagnostico en redes sociales instagram

¿Cómo saber qué trastorno tengo? …. ¿Y por qué no deberíamos realizar un autodiagnóstico en redes sociales?. ¿Alguna vez has buscado tus síntomas en internet? ¿O te has encontrado un vídeo en redes sociales en el que se describen una serie de síntomas para saber si tienes o no un diagnóstico concreto?

En los últimos tiempos, hemos visto una creciente preocupación general por la salud mental, esto como sociedad nos favorece, ya que poco a poco, se comienza a eliminar el estigma sobre la figura del psicólogo, haciendo que la terapia psicológica forme parte de las herramientas que podemos usar para mejorar nuestro bienestar. Sin embargo, si mezclamos el auge de la salud mental con la era de la información, nos encontramos infinidad de post y tips en internet, que pretenden ayudarnos a “identificar” cuál es la etiqueta diagnóstica que nos corresponde, según lo que nos está pasando.

Términos como TDAH, ansiedad, depresión, apego ansioso-evitativo entre otras, se utilizan con frecuencia para intentar catalogar una serie de comportamientos y pensamientos que pueden generarnos malestar y que realmente, no tienen por qué ser patológicos.

En psicología, las etiquetas diagnósticas tienen la función de describir un conjunto específico de criterios y agruparlos bajo un paraguas que llamamos diagnóstico, con la función de facilitar la comunicación entre profesionales. Por lo tanto, es importante destacar que el papel de las etiquetas diagnósticas no es explicativo, sino descriptivo.

De esta manera, cuando decimos que alguien tiene depresión, realmente lo que estamos diciendo es que esa persona cumple con una serie de síntomas, que han durado un tiempo determinado y que ese conjunto de criterios se atribuye a la palabra depresión.

Por tanto, la etiqueta: depresión, (que hemos usado como ejemplo en este caso, pero podríamos usar cualquier otra etiqueta diagnóstica) no nos dará ninguna explicación de cuál es la causa de los síntomas, ni de qué podríamos hacer para mejorarlos, ni si quiera nos explica qué significa que esa persona tenga depresión. Simplemente nos indica que si se cumplen los criterios pertinentes lo llamaremos depresión.

Si catalogamos a una persona como que tiene depresión es porque se han dado los criterios pertinentes, caemos aquí en una tautología, es decir, en una explicación que es circular y que no nos aporta más información que la que ya teníamos.

Por ejemplo, si hablamos de un animal con cuatro patas, mamífero, que vive en libertad y cuyo cuerpo está cubierto de pelo de color blanco y negro, estar hablando de una vaca, de una cebra o de un oso panda porque esta descripción solo nos da información de lo que se puede ver a simple vista, que además de no ser explicativo, no tiene por qué ser determinante, porque no nos da información de cómo se comporta, ni de su especie, ni de para qué se dan esas características físicas, simplemente se hace una descripción de lo que se puede ver desde fuera, que como vemos no es nada explicativa.

En psicología podemos cumplir algunos de los criterios de algún trastorno concreto, pero por el hecho de cumplirlo, no estaremos explicando nada de nosotros mismos, ni de nuestra historia de aprendizaje, ni de qué hay en nuestra vida para que este malestar se mantenga. Incluso puede que una vez tengamos la etiqueta, intentemos definirnos o buscar explicaciones de lo que pensamos, sentimos y hacemos en esa etiqueta que ahora “nos define”

Hay muchos motivos por los que podemos autodiagnosticarnos, a veces nos sirve para aliviar el malestar que nos genera pensar que somos los únicos que sufren por algo en concreto, a veces porque nos ayuda a dejar de pensar que lo que nos pasa es irremediable y no podemos hacer nada para cambiarlo, o a veces nos alivia saber que, si tenemos una etiqueta diagnóstica, tanto nosotros mismos como nuestro entorno la usará para explicar y entender mejor lo que hacemos y por qué lo hacemos.

Ponerle nombre a algo que nos pasa nos sirve para sentir que lo que nos está pasando está dentro de unos parámetros, nos da sensación de control y también de tranquilidad. Además, nos ayuda a pensar que nuestras dificultades están siendo compartidas con otras personas. Nos ayuda a sentirnos dentro de una comunidad y a entender que hay personas a las que les pasa lo mismo que a nosotros.

Incluso nos pueden hacer sentir que nuestro dolor es válido porque está dentro del paraguas de una etiqueta. Las etiquetas a veces nos pueden ayudar a encontrar apoyo, pero también pueden hacer que nos quedemos atrapados en ella, definiéndonos y explicándonos según lo que pensamos que la etiqueta significa.

Al definirnos con un diagnóstico, podemos encontrar una cierta tranquilidad, pero también podemos correr el riesgo de que la definición del trastorno no nos permita avanzar.

Respondamos a esta pregunta con un ejemplo práctico: imagina cómo es una persona con depresión, cómo vestiría, cuál sería su manera de hablar o de actuar con su alrededor. Existe en el imaginario colectivo una idea de cómo se comporta, siente y piensa una persona que tiene depresión, que además de no ser fiel a la realidad, está totalmente estigmatizada.

Esta idea, puede ser para nosotros como un paraguas, y una vez que estemos abajo suyo puede hacer que nos comportemos según lo que creemos que encaja con ella.

Este paraguas, puede hacer que nos quedemos “atrapados” en él y haciendo que veamos la vida a través de su filtro, que expliquemos lo que nos pasa y lo que hacemos, según lo que vemos desde ahí, sin tener en cuenta que esa visión no es nítida y que además no esta relacionada directamente con nosotros mismos, porque lo único que nos permite es observar y describir, no explicar.

A veces nos pasa que buscamos explicaciones de lo que hacemos o sentimos en esas etiquetas, y esto nos impide generar cambios que nos puedan ayudar a aceptarnos por quienes somos realmente, aparte del diagnóstico, aceptar nuestras fortalezas y de lo que está en nosotros mejorar.

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El reconocimiento y la validación social también juegan un papel clave en la popularidad de los diagnósticos. Compartir una etiqueta puede servir para obtener apoyo y comprensión, pero también puede llevarnos a definirnos por ella e intentar encajar en lo que creemos que esta etiqueta debe hacernos cumplir.

En la sociedad actual, hemos pasado de una cultura en la que ir al psicólogo era algo vergonzoso a una en la que muchas personas buscan activamente una etiqueta diagnóstica para sentirse comprendidas.

Si simplemente decimos que estamos tristes o que no hemos tenido un buen día, es posible que nuestro entorno nos reste importancia o no lo tome en serio. Sin embargo, si decimos que «tenemos depresión» o que «el psicólogo nos ha diagnosticado abulia», es más probable que recibamos apoyo y empatía.

Esta búsqueda de validación a través de un diagnóstico puede ser peligrosa, ya que corremos el riesgo de depender de la etiqueta para obtener comprensión y apoyo en lugar de enfocarnos en el proceso real de bienestar emocional. La salud mental es compleja, y la atención que necesitamos no debería depender exclusivamente de un término clínico.

Tu manera de estar en el mundo, tus habilidades para resolver problemas y tus herramientas para relacionarte con el mundo son únicas y son las tuyas, puedes intentar adaptarlas un poco más a tu estilo de vida yendo a terapia, pero no necesitas un diagnóstico para que tu malestar es válido.

Ante esto, es importante, brindar comprensión a las personas que están a nuestro alrededor sin importar la etiqueta diagnóstica, prestar atención a la salud mental de la persona que tenemos al lado debería ser indiferente a si esta se relaciona con un trastorno clínico.

Sobre todo en internet, existen muchos diagnósticos psicológicos que no están respaldados por la ciencia, ya que la evaluación psicológica es un proceso complejo que debe llevarse a cabo de manera individualizada, por un profesional.

A veces, estos pseudodiagnósticos se disfrazan de ciencia para obtener más visibilidad. Esto es lo que llamamos una falacia, ad verecundiam cuyo objetivo es otorgar validez a una afirmación solo porque proviene de una fuente que parece autorizada, sin saber si tiene un respaldo científico real.

Algo parecido pasa con el eneagrama, que es un “sistema de clasificación de la personalidad” sin ningún tipo de base, y que funciona de manera que si cumples las características de uno de los perfiles en concreto pues podrás definirte con él y estarás más cerca de los perfiles que son compatibles con el tuyo,

De nuevo corremos el peligro de justificar conductas propias o ajenas refiriéndonos al perfil del eneagrama, sin tener en cuenta los muchos factores que definen nuestra conducta.

Si se me otorga el perfil del eneagrama 3, puedo caer en la tentación de explicar las cosas que haga según los factores que me definen como eneagrama 3, y entonces estos factores cobrarán un papel más importante en mi vida y ser eneagrama 3 pasará a ser una característica más de mí.

A veces a falta de diagnóstico por un profesional de la psicología, nos autodiagnósticamos comparándonos con alguna persona conocida que sí tiene un diagnóstico o incluso con información que nos aportan las redes sociales.

Uno de los principales problemas de la popularización de los diagnósticos en redes sociales es la falsa sensación de certeza que nos pueden dar. Ver un video con «5 signos de que podrías tener ansiedad» no equivale a un diagnóstico real. El proceso de evaluación psicológica es largo y detallado porque busca entender el contexto, la intensidad y la frecuencia de los síntomas, algo que no se puede reducir a una lista de señales generales.

Confiar en estos métodos simplistas puede hacer que muchas personas se etiqueten a sí mismas de manera errónea o, por el contrario, que desestimen problemas reales porque no cumplen con todos los puntos de una lista. Es crucial entender que el diagnóstico, en el caso de darse, debe venir de un profesional capacitado, no de un test online o un video en redes sociales.

De hecho, pasa que los jóvenes recurren a plataformas de redes sociales en busca de orientación y apoyo.

El diagnóstico no debe ser el objetivo de la terapia, porque como mencionábamos anteriormente, es simplemente una estrategia de comunicación entre profesionales. Nuestro objetivo en terapia debe estar centrado en adquirir herramientas terapéuticas que podamos llevar a cabo en nuestra vida diaria.

El problema que puede generar el diagnóstico no profesional se relaciona con el estigma que conlleva esta etiqueta, adquirir una etiqueta puede hacer que nos abracemos a ella y perdamos de vista parte de nuestra individualidad.

A diferencia de lo que ocurre en redes sociales, una evaluación psicológica real es un proceso largo y exhaustivo, que debe ser realizado por un profesional cualificado. No se basa en videos de redes ni en test online, sino en instrumentos objetivos y cuantitativos.

Además, un profesional no te dará un diagnóstico o una etiqueta como solución a lo que te está pasando, sino que investigará las conductas problema que se están dando para ver cómo mejorarlas con técnicas basadas en la ciencia. Centrándose siempre en el origen y mantenimiento del problema para poder mejorarlo.

Si crees que puedes estar experimentando dificultades psicológicas, lo mejor es acudir a un especialista. Las redes pueden ayudarte a sentirte identificado, pero no pueden sustituir un diagnóstico ni un tratamiento real y como hemos visto, a medio y largo plazo, puede ser incluso peor para el desarrollo de tu malestar.

Ejemplo de autodiagnóstico

Para terminar, intentaremos plasmar lo tratado con un ejemplo:

Comienza el mes de abril o mayo, y comienzas a tener mucosidad y un poco de malestar, algo de dolor de cabeza. Abres alguna red social y ves: 5 tips para saber si tienes alegría. Los cumples todos: la época, el malestar, la mucosidad.

Sin preguntarle al médico, compras algunas medicinas sin receta, y comienzo a llevar cosas que creo que llevaría un alérgico: siempre llevaré pañuelos y un broncodilatador. A partir de ahora evitas ir a la naturaleza que antes te encantaba, porque son cosas que no puedes hacer desde que piensas que eres alérgico, evitas salir a la calle en primavera.

Como no salgo a la calle, me cuido en casa, mejoro y por tanto refuerzo mi teoría de la alergia.

Al tiempo, vas al médico y el médico te dice que realmente lo que tenías era un resfriado común, quizás por el cambio de estación. Has cambiado de rutina, de manera de vida y has dejado de hacer cosas que te gustaba hacer para adaptarte a un diagnóstico que realmente no tenías.

Lo mismo puede pasar con las etiquetas diagnósticas en psicología, que pueden cambiar mi forma de pensar, actuar y sentir, haciendo de la etiqueta elcentro de mi vida.

¿Cómo saber si soy depresivo/a? ¿Cómo saber si tengo TDAH? ¿Cómo saber si soy autista?

Más allá de ponerle un nombre a lo que te ocurre, lo importante es identificar cómo está afectando tu vida. ¿Hay áreas en las que sientes que las cosas no funcionan como deberían? ¿Tus emociones, pensamientos o comportamientos están interfiriendo en tu bienestar? Si tienes dudas sobre tu salud mental, lo mejor que puedes hacer es acudir a un profesional que te ayude a entender lo que está pasando y qué pasos seguir para gestionarlo mejor.

Hay momentos en los que todos nos sentimos tristes, ansiosos o desmotivados, pero cuando estos estados afectan de manera significativa nuestra vida diaria, es importante prestar atención. Algunos indicadores de que podrías necesitar apoyo profesional son:

  • Cambios en el estado de ánimo que persisten en el tiempo.
  • Dificultades para llevar a cabo tareas cotidianas.
  • Aislamiento social o falta de interés en actividades que antes disfrutabas.
  • Problemas de sueño o alimentación.
  • Pensamientos recurrentes o de desesperanza.

Si te identificas con algunos de estos puntos, busca ayuda psicológica, no dudes en contactar con nosotros.

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