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¿Olvidar?

Publicado el 29 octubre 2019 - #Conocimientos

¿Cuántas veces nos han dicho que dejemos de sentir o de pensar algo? 

Desde que somos pequeños escuchamos ese: «no lo pienses». Cuando te caías al suelo y te hacías daño, te decían: «no lo pienses, ya verás cómo te deja de doler», cuando te peleabas con una amiga o un amigo, te decían: «no lo pienses, ya se os pasará» o cuando terminaste con tu pareja: «no pasa nada, con el tiempo le olvidarás».

¿Tenemos realmente la capacidad de olvidar? ¿Podemos hacer que recuerdos dolorosos o experiencias desagradables desaparezcan de nuestra memoria a voluntad? ¿Tiene el ser humano la capacidad de borrar recuerdos si se esfuerza lo suficiente?

¿Por qué no hacemos un pequeño ejercicio?

Te voy a decir unos números, tienes que recordarlos:

1

2

3

¿Los tienes?

¡Genial!

Pues ahora, olvídalos.

Por supuesto, es imposible. Los números son un aprendizaje temprano que resulta indispensable para la vida en sociedad. Podemos olvidar números de teléfono y secuencias de cifras pero los números del 0 al 9 no se pueden olvidar. Cuando se aprenden pasan a formar parte intrínseca de nuestra vida y de nuestra visión del mundo. Si olvidases los números sería síntoma de una lesión cerebral y sería recomendable que acudieses al neurólogo. 

Sin embargo, a veces sentimos que la mejor solución ante el dolor o el sufrimiento es el olvido. Como si ese dolor o ese sufrimiento no fuesen igual de importantes para nuestra vida y nuestra visión del mundo como pueden serlo los números o experiencias agradables.

Intentar borrar u olvidar a conciencia experiencias importantes aunque dolorosas es como rascar la cruz de la moneda para que siempre salga cara. Cuando salga el lado de la cruz veremos un rayón, un tachón. Siempre tendremos la sensación de que ahí debía ir algo.

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Olvidar partes de nuestra vida sería como cortar lazos importantes que unen unas experiencias con otras. Sin recordar lo mal que lo pasamos cuando perdimos a una persona querida no podemos entender del todo lo importantes que son los recuerdos del apoyo que recibimos por parte de alguien. Y sin ese recuerdo no se podría entender que esa persona es ahora una de nuestras amistades más cercanas por el apoyo que recibimos.

Por eso, intentar olvidar las cosas que sufrimos y dolieron no nos libera, sino que deja un agujero, un hueco y la extraña sensación de que falta algo.

Las personas que sufren estrés postraumático muchas veces han olvidado detalles o hechos importantes del evento traumático y, aunque sienten que van a sufrir, necesitan recordarlos para poder encajarlos en su pasado y poder seguir adelante.

Olvidar es un acto involuntario, es un proceso natural. Olvidar no es borrar, olvidar es guardar algo tan al fondo del cajón de la memoria que ya no nos alcanza el brazo para cogerlo y sacarlo a la luz, para poder observarlo y revivirlo.

Cuanto más vivimos, más cosas metemos en el cajón y más cosas se van hacia el fondo.

Cuanto más experimentamos y más conscientes somos de lo que hemos vivido y podemos vivir, ya sea agradable o desagradable, más tenemos en el cajón para recordar, para crecer, para entender nuestro mundo y a nosotros mismos.

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