Autoexigencia Nada de lo que hago me parece suficiente
Publicado el 10 noviembre 2025 - Sin categoría
Una de las fases que más escuchamos últimamente, y que cada vez nos repetimos más a nosotros mismos es “puedo con todo”, y otra que viene casi implícita justo después que es “y tengo que poder hacerlo bien”.
Vivimos en una cultura hiperproductiva donde estar ocupado es sinónimo de valor. Donde valoramos poco el descanso, confundiéndolo con holgazanería o pereza y dónde el mundo se ha convertido en algo tan competitivo, que hacerlo suficientemente bien parece una meta inalcanzable. Querer hacer las cosas bien, es parte de la ambición y de tener metas, puede funcionar como motor, pero si este motor hace que entremos en un círculo vicioso en el que solo nos valdrá alcanzar la perfección más que motor, comienza a ser freno.
¿Qué es la autoexigencia y cuánta es necesaria?
La autoexigencia, es ese proceso por el cual nos exigimos a nosotros mismos cumplir las metas que nos hemos marcado. Esta, a veces pasa a convertirse en metas demasiado altas y esto a su vez nos lleva a un pensamiento de “deberías estar haciendo más” “podrías haberlo hecho mejor” “si hubieses invertido mejor tu tiempo aquel día, habrías tenido mejores resultados”.
Es cuando pasamos a tener el día lleno de tareas y aun así seguimos sintiendo que no hacemos lo suficiente. Incluso a veces, cuando lo logras, hay un pensamiento que te dice algo como” podrías haberlo hecho mejor” o “podrías haberlo aprovechado más”
Esto hace que nos cueste parar, aunque estemos agotados, porque siempre pensamos que tenemos que hacer más y mejor. Cuando nos enganchamos a estos pensamientos, pueden hacer que creamos que nuestro propio valor depende de lo que hacemos, de cómo lo hacemos y del rendimiento que tenemos.
Esto puede hacernos entrar en un bucle, en el que cada vez nos sentiremos peor por no ser productivos y cada vez seremos menos productivos por no permitirnos el descanso para no sentirnos mal por descansar cuando deberíamos estar siendo productivos.
Y además de no parar de hacer cosas, no me vale con solo hacerlas
Normalmente, esta autoexigencia viene acompaña de perfeccionismo. Es decir, no queremos solo hacer cosas, sino que queremos hacerlas perfectas, sin ningún fallo. Como decíamos anteriormente, todo esto puede estar acompañado de un pensamiento parecido a: “mi valor dependerá de lo que hago” haciendo que te exijas mucho, y como hay tantas maneras de hacer las cosas, siempre pienses que hay cosas que puedes hacer mejor o que otra forma de hacerlo hubiera sido la correcta. Este ciclo se retroalimenta.
Muchas veces pasa desapercibido, porque desde fuera parece que todo va bien: haces lo que te propones, te esfuerzas y obtienes resultados, pero por dentro, el cansancio emocional comienza a pesar.
¿Cómo hemos llegado hasta estos niveles de autoexigencia?
La autoexigencia no aparece de la nada. Hay muchos factores que pueden influir en que aumente nuestra autoexigencia y en nuestro perfeccionismo. Puede tener que ver que hayamos relacionado el amor que merecemos y nuestro propio valor con las cosas que hemos hecho. Por ejemplo, puede que hayamos pensado que nuestros amigos nos querrán más si estamos disponibles, aunque no estemos priorizando nuestras necesidades, o que nuestros profesores solo nos valoraran si somos buenos estudiantes, o que pedir ayuda nos hace menos válidos que si hiciesemos todos solos.
Con el tiempo aprendemos que nuestro valor está en las cosas que hacemos y no en quienes somos. Esto hace que pensemos solo esto definirá nuestro valor.
Además, vivimos en la era del multitasking, en la que se refuerza la idea de que cuantas más cosas hagamos, mejor será nuestra vida. Se nos invita a exprimir nuestro tiempo, a aprovecharlo al máximo, a llevar la autoexigencia al más alto nivel. Existen numerosos gurús que nos intentan mostrar que la felicidad se encuentra detrás de una larga lista de tareas, en las que cada vez hay más cosas que hacer, y menos disfrute en lo que hacemos y para el descanso.
Además, las redes sociales no paran de enseñarnos: logros, cuerpos perfectamente canónicos, casas ordenadas y rutinas productivas, nuevas técnicas para hacer más cosas en menos tiempo. Todo parece calculado, planificado y exitoso, aunque estemos perdiendo de vista el disfrute del proceso, el enfocar realmente la atención en el presente, en lo que estamos haciendo ahora.
¿Cómo sabemos que la autoexigencia ha tomado el control?
No siempre vamos a ver de manera evidente que nos estamos exigiendo más de lo que humanamente podemos dar. A veces se disfraza de responsabilidad, y de querer hacer las cosas bien y esto está bien, no podemos huir de nuestras responsabilidades y está bien querer hacer las cosas de una manera correcta, pero hay algunas señales que nos indican que quizás estamos intentando hacer más de lo que nuestro cuerpo nos permite.
Veamos un ejemplo sobre autoexigencia:
Imaginemos que tu cuerpo es un coche diseñado para rendir al máximo de manera saludable, sin sufrir demasiado. El motor de este coche tiene una velocidad límite, en la que funciona con facilidad y un sistema que avisa de que necesita mantenimiento. La autoexigencia es como si pisáramos el acelerador a fondo constantemente, no podremos ir más rápido cuando hayamos alcanzado la velocidad máxima, solo haremos que el motor se caliente, se agote el combustible y que se desgasten las piezas.
Una vez que tu coche haya alcanzado su velocidad máxima, puedes intentar forzarlo, pero precio será quemar el motor.
¿Cuáles son las señales de que estamos desgastando nuestro motor?
- Te cuesta disfrutar lo que haces porque estás pensando en lo que falta o en lo que no has hecho
- No delegas porque sientes que no hay nadie que lo haga igual de bien que tu
- Te castigas por pequeños errores, aunque a veces sean insignificantes
- No celebras tus logros, pero tampoco disfrutas del proceso
- Sientes una sensación de angustia cuando no estás haciendo algo que consideras “útil”
- Cuando paras de hacer cosas tienes sensación de culpa
- Evalúas constantemente lo que haces y te sientes mal por no haberlo hecho mejor
También tu cuerpo puede comenzar a notar que le estás pidiendo demasiado, esto puede reflejarse en:
- Cansancio permanente, aunque duermas sigues cansado
- Tensión muscular sobre todo en cuello, mandíbula y el estómago
- Problemas para dormir
- Cambios en el apetito o en el estado de ánimo
¿Qué puede haber debajo de tanta exigencia?
Normalmente, debajo de tanta exigencia hay principalmente miedo. Podemos sentir miedo a decepcionar, a no ser suficientes, a fallar y que tenga graves consecuencias, o a perder el control. El miedo a veces nos paraliza o nos empuja a hacer cosas para intentar evitar sentirlo. Esto hace que, a veces, las personas que son muy perfeccionistas procrastinen demasiado, dejándolo todo para luego, buscando así evitar enfrentarse a hacer aquello que piensan que “no harán perfecto” y así no tienen que enfrentarse al malestar que esto genera. De esta manera, nuestro objetivo no será eliminar los pensamientos ni intentar que desaparezcan, sino reconocerlos sin que nos paralicen.

¿Qué pasa si no llego a todo?
La exigencia interna nos hace que creamos que si bajamos el ritmo pasaran cosas terribles, que podríamos perder el respeto, el trabajo, el amor. En muchas ocasiones nos puede generar sensación de ahogo, culpa o miedo. Pero normalmente lo que ocurre es lo contrario, cuando soltamos la exigencia, comenzamos a vivir más en paz, disfrutamos de lo que hacemos y hacemos las cosas porque queremos hacerlas y no porque nos sintamos obligados a hacerlas. Esto nos hace sentir más en calma con nosotros mismos.
Nos hace darnos cuenta que realmente nuestro valor no se desvanece cuando dejamos de estar a todo, sino que se hace más visible, porque nos permite equivocarnos, nos permite descansar, nos permite mirarnos hacia dentro y nos permite ser suficientes por el hecho de ser nosotros mismos. El objetivo no es dejar de esforzarse, ni dejar de enfrentarse a retos, sino que se trata de hacerlo desde el deseo y no desde la obligación.
Podemos decir que la autoexigencia es como una jaula de oro, puede parecer admirable, porque es bonita y desde fuera se ve muy bien, pero no deja de ser una jaula dónde no tienes libertad. Esta falta de libertad y este perfeccionismo te obligan a que todo salga bien, pero también te obligan a estar bien tú, a no mostrarte triste, y a castigarte cuando te equivocas. Sin tener en cuenta que mostrarte triste, equivocarse y no hacer todo perfecto, es humano y es parte de la vida.
¿Como puedo empezar a bajar la exigencia permanente?
No existen fórmulas mágicas que nos hagan deshabituarnos de lo que llevamos haciendo un tiempo, pero si hay pequeños pasos que puedes seguir para generar pequeños cambios:
Intenta poner límites realistas
Cuando hagas una lista de tareas, o de objetivos intenta evaluar si todo lo que te has propuesto hacer es asequible con el tiempo que tienes.
Detecta si existe una norma en tu cabeza que te obligue hacerlo todo perfecto
Tus pensamientos no te definen. Puedes detectarlos y observarlos, sin asumirlos como verdades absolutas de manera automática.
Permítete el error como parte del camino
Equivocarnos no nos quita valor. Cuando nos corrigen no buscan corregir nuestra persona, sino aquello que hemos hecho. fallar nos da la oportunidad de aprender distintas maneras de hacer una misma cosa. Que hagas algo mal no significa que tú estés mal.
Celebra tus propios logros, aunque parezcan pequeños
La exigencia nos hace premiar solo el resultado final, sin darle importancia a cada pequeño paso que tenemos que dar para llegar a él. Reconócete cada paso y cada intento. Disfrutando de cada avance.
Practica la autocompasión
A veces, la autocompasión se confunde con el conformismo, y no buscamos eso. Buscamos que realmente entendamos que es humano equivocarnos, o no hacerlo todo perfecto a la primera, y que hay cosas que se escapan de nuestro control y que por mucho que nos esforcemos, no está en nuestra mano que salgan bien.
Conecta con tus valores
Recuérdate para qué haces lo que haces y qué pasaría si no lo hicieses. No todo lo que hagas te va a generar felicidad ni bienestar instantáneos, pero recordarte el para qué lo estás haciendo te puede llevar a darle sentido a lo que estás haciendo.
Preguntas frecuentes sobre la autoexigencia
¿Qué es la autoexigencia negativa?
La autoexigencia negativa, nos llevar a hacer cosas desde el miedo y desde la culpa. Esto hace que la motivación no nazca del deseo de crecer o superarte, sino del temor a decepcionar o a no ser suficiente. Este tipo de exigencia es rígida, y solo define tu valor por lo que consigues, sin tener en cuenta tu esfuerzo ni tu trabajo. Esto dificulta la celebración de tus logros y también el reconocimiento de los mismos. La autoexigencia negativa desgasta, desconecta y genera una gran presión en ti. Intentar disminuirla, no busca que no te esfuerces en alcanzar tus objetivos, sino que seas capaz de valorar tu propio esfuerzo.
¿Puede el perfeccionismo causar procrastinación?
Aunque parezca una contradicción, la autoexigencia y el perfeccionismo suelen ser grandes responsables de la procrastinación. Cuando sentimos que todo tiene que salir perfecto y no existe el margen de error, cualquier tarea puede volverse abrumadora. La presión por hacerlo bien, nos puede llevar sentir emociones desagradables, que evitaremos dejando la tarea para otro momento.
Queremos hacerlo tan bien, que ni si quiera empezamos, y cuando postergamos, aparecerá la culpa de que aún no hemos llevado a cabo el plan que teníamos propuesto. Esto nos hará entrar en un bucle de malestar, que solo podremos romper siendo conscientes de que lo importante es el para qué estamos haciendo las cosas y de que hay malestares que son parte de nuestra vida.
¿Cómo puedo saber si me estoy exigiendo demasiado?
Cómo hemos visto, existen señales de nuestro cuerpo y de nuestra mente que nos avisan de que algo no está yendo como debería, pero sobre todo, sabemos que nos estamos exigiendo demasiado cuando lo que hacemos no lo hacemos por el deseo de hacerlo o por que hacerlo es parte de nuestro valores y nos lleva a ser la persona que queremos, sino que lo hacemos porque no hacerlo nos genera culpa o miedo. Cuando esas son nuestras motivaciones, sabemos que nos estamos exigiendo demasiado.
Si crees que la autoexigencia te está afectando. No dudes en contactar con nosotros.
¿Quieres concertar una cita en Acimut?
Si buscas un psicólogo en Madrid que te ayude, en Acimut te ofrecemos a enseñarte a gestionar la autoexigencia. Enfocamos tus necesidades para dar una ayuda integral y personalizada. Si quieres saber más sobre estas herramientas nosotros podemos ayudarte.
Estaremos encantados de ayudarte en nuestro centro Acimut Psicología Aplicada en la calle de Cristóbal Bordiú, 42, Madrid. Puedes concertar una cita en nuestro centro de psicología en Chamberí con nuestros especialistas en el correo info@acimutpsicologia.com o en el teléfono 722 112 469
En Acimut Psicología Aplicada ayudamos a establecer nuevos rumbos.
En nuestro gabinete de psicología en Chamberí podemos ayudarte a gestionar la autoexigencia. También tenemos servicios de terapia online si no vives cerca de Madrid o Chamberí.
Expectativas vitales